Se ha ido una mujer dulce, delicada y a la vez con una fortaleza increible.
Una mujer malagueña de nacimiento y asturiana de adopción.
Casada con un guardia civil (mi tío Gelín) y madre de cuatro estupendos hijos, dos de ellos también guardias civiles y otro policia nacional.
Este post es un pequeño homenaje a las madres, esposas e hijos de todas aquellas personas que dedican su vida a velar por nuestra seguridad. Hombres y mujeres fuertes, especiales, hechos de otra pasta como decía mi abuela.
Recuerdo ahora cuando siendo yo una niña veía a la guardia civil patrullar por mi pueblo a lomos de sus caballos con sus tricornios brillantes y sus largas capas, e imaginaba que yo sería unos de ellos algún día.
Heredé de mi tio el coraje, la dureza y el no tener miedo a nada en esta vida.
Recuerdo sus charlas, sus anécdotas, sus consejos cuando reunidos en torno a una gran mesa montada a la sombra de la gran parra de uvas negras en casa de mis abuelos y con toda la familia reunida para las fiestas del pueblo.
Aquellas tertulias después de la comida que se alargaban hasta bien entrada la tarde y que fueron en parte las que me hicieron ser como soy hoy.
No pude ser guardia civil, pues en aquella época la mujer no tenía cabida en el cuerpo, pero soy vigilante de explosivos y me gusta el trabajo que desempeño día a día.
Yo también estoy hecha de otra pasta abuela.
"Toñi al fin descansas y has podido reunirte con tu amado esposo, con el guardia civil que un día te robó el corazón en tu Málaga querida y te trajo a esta tierrina asturiana, después de haber recorrido juntos unos cuantos cuarteles en los distintos destinos de mi tio por media España".
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