Hace días que no me siento a escribir como hacía antes y ya os podéis imaginar el motivo.
Han sido casi dos meses de preocupaciones, mucha tensión, intentando seguir con los estudios en el poco tiempo libre después del trabajo y pasar por el hospital casi a diario.
Hace una semana que mis padres ya están en casa y poco a poco todo está volviendo a la normalidad, aunque llamarlo normalidad no es del todo cierto pues a partir de ahora ellos tienen limitada su forma de vida diaria y somos sus hijas las que debémos velar por ellos.
La operación de mi madre ha sido todo un milagro y después de ocho horas de quirófano su debil corazón vuelve a latir con fuerza. Ahora su lenta recuperación necesita de toda nuestra ayuda y mi padre que siempre fué un viajero y deportista incansable se recupera poco a poco del iptus sufrido, aunque no puede hacer todas esas cosas que antes hacía, incluido el conducir y de momento su coche cubierto por una manta descansa en el garaje de la casa.
Y descanso es lo que yo necesito, pero ahora no me lo puedo permitir y sólo puedo esperar que todo salga según lo previsto y que pueden manejar de nuevo su vida como antes.
En todo este tiempo mis sentimientos han estado a flor de piel, he vuelto a perder peso y he tenido que volver a medicarme pues este tumor no quiere estarse quieto. Precisamente ahora es cuando necesito estar y ser fuerte. Sé que podré conseguirlo y sé que todos esos sentimientos y emociones me ayudarán a seguir siendo la mujer fuerte que siempre fuí, por ellos, para ellos y por mi misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario