Cuando navegamos sobre las llanuras azuladas, nuestras almas y nuestros pensamientos se hallan tan libres como el Océano.
Tan lejos cuanto los vientos pueden llevarnos, y en todas partes donde espuman las olas, encontramos nuestro imperio y nuestra patria.
Ved, pues, nuestros estados; ningún límite los circunda.
Nuestro pabellón es el cetro al que todas las naciones obedecen.
En nuestra vida agitada pasamos con igual alegría de la fatiga al reposo, y del reposo a la fatiga. ¿Quién será capaz de poder explicar la dicha de esta alternativa?
¿Serás ,tú, esclavo enervado, tú que te sentirías desfallecer sobre las olas furiosas?
¿Tú magnate orgulloso, sumergido en los deleites y en la indolencia, y para quien el sueño no ofrece dulzuras, ni el placer encantos?....
Tan lejos cuanto los vientos pueden llevarnos, y en todas partes donde espuman las olas, encontramos nuestro imperio y nuestra patria.
Ved, pues, nuestros estados; ningún límite los circunda.
Nuestro pabellón es el cetro al que todas las naciones obedecen.
En nuestra vida agitada pasamos con igual alegría de la fatiga al reposo, y del reposo a la fatiga. ¿Quién será capaz de poder explicar la dicha de esta alternativa?
¿Serás ,tú, esclavo enervado, tú que te sentirías desfallecer sobre las olas furiosas?
¿Tú magnate orgulloso, sumergido en los deleites y en la indolencia, y para quien el sueño no ofrece dulzuras, ni el placer encantos?....
Lord Byron. El Corsario 1814.
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