El jardín siempre ha sido una metáfora de la vida humana. En él, y con los cuidados apropiados, cada especie florece a su ritmo y manera, dando lo mejor de sí. Lo mismo sucede con las personas: en el entorno adecuado, todos podémos "florecer" hasta alcanzar nuestra total plenitud y disfrute.
Cuando una planta florece está en el cima de su desarrollo mostrándo su vitalidad, energia, belleza y fertilidad.
Estas son las cualidades que atribuímos a un ser humano cuando utilizámos el "florecer" como metáfora.
Según define una obra recien publicada: The Encyclopedia of Positive Psychology, de Shane J. López : "Florecer" es un estado de vitalidad emocional y de buen funcionamiento en la vida íntima y social.
Florecer es vivir verdaderamente, no limitarse a existir.
El florecimiento incluye la capacidad de disfrutar de muchas cosas, grandes y pequeñas, la vitalidad emocional, la resistencia en momentos malos y los sentimientos positivos hacia la propia vida.
Todos florecémos un poco día a día en todos los sentidos y debémos dejar que florezca también esa persona que está a tú lado ó esa otra que pasa desaparcibida por tu vida.
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