El hórreo asturiano es un granero de madera levantado sobre unos pilares que lo aislan del suelo. Dentro se pueden guardar el grano, las frutas y hortalizas, la matanza y aperos agrícolas. Además bajo él y protegidos de la lluvia, se suelen encontrar también el carro, el arado o la leña recogida para el invierno. Los densos bosques asturianos siempre han proporcionado suficiente materia prima para construirlos, casi siempre de castaño o roble.
Está compuesto por un cuerpo de forma cúbica cerrado por tablas verticales y con un techo a cuatro aguas que puede ser de teja, pizarra o paja de centeno, dependiendo de la zona, pero siempre rematado en un pico. Se alza sobre cuatro o seis pies (pegoyos) de piedra o madera con forma de pirámide truncada de cuatro caras. Entre estos y la base se colocan unas losas horizontales (las muelas) que impiden subir a los roedores. Se accede al hórreo por medio de una escalera de piedra (patín) separada a cierta altura del hórreo. La puerta de entrada está orientada al este o al sur con el fin de evitar las inclemencias del tiempo y en la pared opuesta existe otra con el fin de poder crear una corriente de aire que ventile el interior del hórreo cuando se precise.
Una de las características más sorprendentes del hórreo es que se puede trasladar de un lugar a otro con relativa facilidad ya que se puede desmontar como un gigantesco juego de construcción para niños, pues las piezas de madera se ensamblan entre sí sin usar ningún tipo de punta o tornillo. Existe una variante del hórreo llamada panera. Esta es de mayor tamaño; su planta es rectangular en lugar de cuadrada y tiene seis o más pies; asimismo el tejado está rematado en dos picos, en lugar de uno sólo. Ambos modelos cuentan con ricas decoraciones, talladas o pintadas, que pueden agruparse en tres estilos, según las zonas de Asturias en que se encuentren:
ESTILO VILLAVICOSA: es el más antíguo, pues adorna hórreos de los siglos XV y XVI con pinturas y tallas en las vigas y tablas de sus paredes. Las tallas consisten en motivos geométricos en uso desde épocas prerromanas; las pinturas se componen de casetones, líneas de triángulos y series de semicírculos secantes. A veces hay pintadas figuras humanas combatiendo, o enfrentadas a largas serpientes aladas, que son los "cuélebres" de la mitología asturiana, junto a caballos, aves y leones.
ESTILO CARREÑO: a partir del siglo XVIII se construyen grandes paneras en la zona costera del centro de Asturias, cuyas fachadas están cubiertas por una abigarrada talla de florones, jarros y formas geométricas pintadas en vivos colores. El adorno pretende llenar todo el espacio disponible y muestra cierta influencia de las tallas barrocas. Ello quizá sea debido a que algunas de las paneras mejor decoradas pudieron ser construidas por los mismos tallistas que labraron pequeños retablos rurales.
ESTILO ALLANDE: En el occidente de Asturias aparecen también por la misma época las paneras y sobre ellas una decoración reducida a grandes discos tallados en las paredes. Bajo estos muchas veces el carpintero graba su nombre y el año de construcción. Hay discos solares, rosetas y cruces junto a tetrasqueles y entrelazos que en su origen tuvieron un sentido simbólico, luego perdido. Las últimas paneras, de fines del siglo XIX y comienzos del actual se construyen con un corredor a su alrededor donde se colocan las típicas ristras de panoyas de maiz. En ellas la decoración es diferente a todo lo anterior, pues el adorno se centra en el corredor, con barandillas de columnas y balaustres torneados.
Aunque se pueden encontrar otros tipos de hórreos en el resto de la Península y en Europa, estos son muy distintos al modelo asturiano. Asturias cuenta con un gran número de estas construcciones, ya que antiguamente cada casería contaba con al menos un hórreo para preservar la cosecha de la humedad y los roedores, pero las transformaciones agrarias de las últimas décadas han reducido en gran medida la utilidad de los viejos hórreos así como su número y muchos de ellos se encuentran en lamentable estado de ruina.
Está compuesto por un cuerpo de forma cúbica cerrado por tablas verticales y con un techo a cuatro aguas que puede ser de teja, pizarra o paja de centeno, dependiendo de la zona, pero siempre rematado en un pico. Se alza sobre cuatro o seis pies (pegoyos) de piedra o madera con forma de pirámide truncada de cuatro caras. Entre estos y la base se colocan unas losas horizontales (las muelas) que impiden subir a los roedores. Se accede al hórreo por medio de una escalera de piedra (patín) separada a cierta altura del hórreo. La puerta de entrada está orientada al este o al sur con el fin de evitar las inclemencias del tiempo y en la pared opuesta existe otra con el fin de poder crear una corriente de aire que ventile el interior del hórreo cuando se precise.
Una de las características más sorprendentes del hórreo es que se puede trasladar de un lugar a otro con relativa facilidad ya que se puede desmontar como un gigantesco juego de construcción para niños, pues las piezas de madera se ensamblan entre sí sin usar ningún tipo de punta o tornillo. Existe una variante del hórreo llamada panera. Esta es de mayor tamaño; su planta es rectangular en lugar de cuadrada y tiene seis o más pies; asimismo el tejado está rematado en dos picos, en lugar de uno sólo. Ambos modelos cuentan con ricas decoraciones, talladas o pintadas, que pueden agruparse en tres estilos, según las zonas de Asturias en que se encuentren:
ESTILO VILLAVICOSA: es el más antíguo, pues adorna hórreos de los siglos XV y XVI con pinturas y tallas en las vigas y tablas de sus paredes. Las tallas consisten en motivos geométricos en uso desde épocas prerromanas; las pinturas se componen de casetones, líneas de triángulos y series de semicírculos secantes. A veces hay pintadas figuras humanas combatiendo, o enfrentadas a largas serpientes aladas, que son los "cuélebres" de la mitología asturiana, junto a caballos, aves y leones.
ESTILO CARREÑO: a partir del siglo XVIII se construyen grandes paneras en la zona costera del centro de Asturias, cuyas fachadas están cubiertas por una abigarrada talla de florones, jarros y formas geométricas pintadas en vivos colores. El adorno pretende llenar todo el espacio disponible y muestra cierta influencia de las tallas barrocas. Ello quizá sea debido a que algunas de las paneras mejor decoradas pudieron ser construidas por los mismos tallistas que labraron pequeños retablos rurales.
ESTILO ALLANDE: En el occidente de Asturias aparecen también por la misma época las paneras y sobre ellas una decoración reducida a grandes discos tallados en las paredes. Bajo estos muchas veces el carpintero graba su nombre y el año de construcción. Hay discos solares, rosetas y cruces junto a tetrasqueles y entrelazos que en su origen tuvieron un sentido simbólico, luego perdido. Las últimas paneras, de fines del siglo XIX y comienzos del actual se construyen con un corredor a su alrededor donde se colocan las típicas ristras de panoyas de maiz. En ellas la decoración es diferente a todo lo anterior, pues el adorno se centra en el corredor, con barandillas de columnas y balaustres torneados.
Aunque se pueden encontrar otros tipos de hórreos en el resto de la Península y en Europa, estos son muy distintos al modelo asturiano. Asturias cuenta con un gran número de estas construcciones, ya que antiguamente cada casería contaba con al menos un hórreo para preservar la cosecha de la humedad y los roedores, pero las transformaciones agrarias de las últimas décadas han reducido en gran medida la utilidad de los viejos hórreos así como su número y muchos de ellos se encuentran en lamentable estado de ruina.
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