domingo, 2 de enero de 2011

La reina de Saba



El rey Salomón tenía trescientas esposas y setecientas concubinas. Pero sólo hubo una mujer a cuyos pies se postró: la reina de Saba. Y no era ni esposa, ni concubina, era su amada. De modo que, justamente, él le ofreció todo cuanto ella le pidió y mucho, mucho más. A cambio, ella se ofreció a si misma. Y su éxtasis no conoció limites y el amor que sentían nunca los traicionó.

Cuando un hombre me pregunta ¿Qué quieres de mi?, ¿sabes que le digo?: "Todo lo que tengas y más. Dame todo lo que tengas y ya te diré si me estás dando bastante. Si no es suficiente, te lo haré saber para que me des más."

"Las mujeres que se valoren poco hacen la vida más dificil al resto de las mujeres."

Cuando perdemos el contacto con nuestra auténtica naturaleza, nos resulta imposible crear fronteras que protejan, enriquezcan y mantengan firme nuestro amor propio, que vale su peso en oro. Nos olvidamos que somos mujeres de primera categoría que intentamos rebajarnos para el resto del mundo con tal de ser aceptadas.
Pero si quieres que te admiren, adoren y quieran, deberás resistir.

Lo terrible es fingir que la segunda categoria es la primera categoría. Fingir que no necesitas amor cuando lo necesitas, o que te gusta tu trabajo cuando sabes muy bien que eres capaz de hacer algo mejor. Sólo existe un pecado de verdad, y es convencerte de que la segunda clase no es más que la segunda clase.

Tú no eres de segunda.

Tú desciendes de un linaje antiguo y sagrado: el de las hijas de la reina de Saba.

Mantente erguida.

Amiga, todavía no ha nacido el hombre cuyo amor merezca abandonar el trono.



No hay comentarios: