"La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora"
Sabemos que la belleza no se limita a un concepto meramente armonioso.
En realidad la belleza despierta nuestra capacidad de asombro, emoción que nos conduce a preguntarnos por el sentido verdadero de la realidad.
Beethoven, antes de componer, solía pasearse por las afueras de Viena. Ese paseo le inspiraba porque veía en la campiña una huella del creador. El paisaje no era para él algo inerte, sino vivo, activo; le remitía a realidades muy altas. Al hacerlo, cobraba voz y con esa voz dialogaba Beethoven.
"Para mí - confesó Beethoven - lo más bello que hay en el mundo es un rayo de sol atravesando la copa de un arbol".
Para ver tal belleza en un fenómeno natural, cotidiano, y huidizo, hay que tener un espiritu agradecido, orientado hacia las fuentes de toda realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario