Hace un par de días me enviaban un correo con unas fotos de San Antolín (Llanes), y al verlas de repente volvía a tener 16-17 años. Me veía en esa playa con mis hermanos, ellas jugando en la orilla y mi hermano pequeño aprendiendo a bucear, cogido de mi mano, pasándo una y otra vez por esi furacu en la roca con la marea alta. Sólo él se atrevía a nadar ó bucear a mi lado, no le tenía miedo a nada.
Hoy al recordarlo veo que no le teníamos miedo a nada. Para nosotros era todo un desafío dejarnos arrastrar por la corriente y buceando cruzar al otro lado dónde había una roca a la que nos subíamos para volver a tirarnos al agua y hacer el recorrido de vuelta.
Recuerdo esos meses de verano en el camping con la familia y los amigos de mis padres con sus hijos, a los que no les gustaba para nada el mar, no sabían nadar y no querían aprender; se pasaban los días jugando en la playa ó en la orilla con mis hermanas.
Recuerdo también cuando salíamos a navegar en un pequeño bote con mi padre y su amigo. Ellos se quedaban pescando y nosotros regresábamos nadando hasta la orilla.
Pasábamos la mayor parte de los días en el agua y al atardecer recorríamos la escarpada costa por un pequeño sendero hasta la playa de Gulpiyuri y regresábamos casi anochecido por la carretera para la cena ó nos acercábamos a los pueblos cercanos.
Escribiendo esto ahora me siento cansada sólo de recordar que pasabamos el día jugando, nadando y caminando unos cuantos kilómetros para ir a las fiestas de Villahormes, Naves ó Posada.
Nesi furacu en la roca me sentía una sirena, que le contagió a su hermano el amor al mar, el saber disfrutar de la tranquilidad y el silencio en sus fondos, de hacerle sentir parte de él.
Después desi furacu vinieron otros, vinieron otros veranos, otras playas y juntos seguímos nadando y buceando sintiéndonos parte de ese mar.
Yo sigo disfrutando de mi mar y tú, estés dónde estés, sé que me cuidas y proteges, hasta que de nuevo podámos volver a sumergirnos y juntos de la mano cruzar otru furacu.
Según el diccionariu de la llingua asturiana:
Furacu ó buracu: Agujero, hueco que se hace en un cuerpo o superficie.
Hoy al recordarlo veo que no le teníamos miedo a nada. Para nosotros era todo un desafío dejarnos arrastrar por la corriente y buceando cruzar al otro lado dónde había una roca a la que nos subíamos para volver a tirarnos al agua y hacer el recorrido de vuelta.
Recuerdo esos meses de verano en el camping con la familia y los amigos de mis padres con sus hijos, a los que no les gustaba para nada el mar, no sabían nadar y no querían aprender; se pasaban los días jugando en la playa ó en la orilla con mis hermanas.
Recuerdo también cuando salíamos a navegar en un pequeño bote con mi padre y su amigo. Ellos se quedaban pescando y nosotros regresábamos nadando hasta la orilla.
Pasábamos la mayor parte de los días en el agua y al atardecer recorríamos la escarpada costa por un pequeño sendero hasta la playa de Gulpiyuri y regresábamos casi anochecido por la carretera para la cena ó nos acercábamos a los pueblos cercanos.
Escribiendo esto ahora me siento cansada sólo de recordar que pasabamos el día jugando, nadando y caminando unos cuantos kilómetros para ir a las fiestas de Villahormes, Naves ó Posada.
Nesi furacu en la roca me sentía una sirena, que le contagió a su hermano el amor al mar, el saber disfrutar de la tranquilidad y el silencio en sus fondos, de hacerle sentir parte de él.
Después desi furacu vinieron otros, vinieron otros veranos, otras playas y juntos seguímos nadando y buceando sintiéndonos parte de ese mar.
Yo sigo disfrutando de mi mar y tú, estés dónde estés, sé que me cuidas y proteges, hasta que de nuevo podámos volver a sumergirnos y juntos de la mano cruzar otru furacu.
Según el diccionariu de la llingua asturiana:
Furacu ó buracu: Agujero, hueco que se hace en un cuerpo o superficie.